¡Bam!
No sé si es una puerta que cerró
Alguna piedra que cayó
Algún martillo que golpeó
O el sonido de una explosión.
¡Bam!
No he oído nada.
Debe ser mi imaginación,
o fue que el cielo bramó
y dejo mi alma asustada.
¡Bam!
De nuevo, se hizo escuchar,
con un gran estruendo,
ese ser sepulcral
que sale de mis recuerdos.
¡Bam!
No entiendo por qué
me enerva tanto la piel
Escuchar el romper
del cielo, la tierra y la tranquilidad de mi ser.
¡Bam! ¡Bam!
Se escucha más fuerte
En el silencio de mi mente
el golpeteo recurrente
de mi pasado contra mi frente.
¡Bam! ¡Bam!
No es sino aquel mazo martillando
una linda campana pequeña.
No para oírla cantando,
sino, para romperla
¡Bam! ¡Bam!
Más fuerte, vamos.
Mi cabeza aguanta golpes fuertes,
y, si tratas de romperle,
deberás dar tu mejor gancho.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Casi inconsciente, veo lo que suena.
No escucho, no puedo.
Mi cerebro, hecho avena,
sólo es capaz de revivir recuerdos.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Esa voz, imperiosa,
me viste de negro, cual viuda,
y, aunque no la haya llamado nunca,
me trae imágenes de color rosa.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Hecho pedazos en su lecho,
reconocí su rostro,
por el tiempo, desecho
sacándome del olvido, poco a poco.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Trayendo a mi miseria
mis recuerdos más bellos,
disfrazando mi tragedia,
pintándola de azul cielo.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Envidia siento de mí mismo
en tiempos de júbilo,
aunque ello quiera burlarse de los sueños de un niño
recordaré mis buenos días desde el primero hasta el último.
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